Junio del 2008.
Analí, Martha, Javier, Susana, Carlos, Ernesto, Ricardo, Hugo, Jesús y su novia Tania habían organizado un gran viaje.
Se habían conocido tiempo atrás en una conferencia sobre Micro-empresarios Emprendedores. La idea era visitar Tepoztlán, el pueblo mágico.
Todo iba conforme a lo planeado, llegaron a desayunar al mercado del Centro, y al finalizar el día, se pusieron cómodos en un bello hotel con vista al Tepozteco.
Al día siguiente, muy temprano realizaron una caminata por las hermosas calles empedradas de Tepoztlán, sin embargo, Javier le dijo a Analí que no estaba usando los zapatos adecuados. Unos metros más adelante, eso le provocó un resbalón. Aunque en ese momento no le causó problemas y continuaron caminando.
Hicieron parada en un puesto de deliciosos buñuelos, Susana, la nutrióloga del grupo, les recomendó que en el viaje no abusaran de la comida pesada, ya que eso es muy común cuando se viaja a comunidades con gastronomía tan tradicional, pero Martha no le hizo caso y fue la primera en ordenar, los buñuelos eran sus favoritos. Para su mala suerte, al dar la primer mordida, se le fracturó una amalgama. No lo podía creer, ella era dentista, pero claro que no llevaba su instrumental. Todos rieron por lo sucedido y continuaron su recorrido.
Siguieron admirando los puestos del mercado, Hugo encontró uno muy singular, vendían cuetes llamados “ratoncitos”, los cuales no veía desde su niñez. No iba a dejar pasar la oportunidad y compró una pequeña bolsa para prenderlos al caer la noche.
Ya cuando iban de regreso al hotel, Jesús y Tania, la pareja de psicoterapeutas, comenzaron a discutir por problemas del pasado, algo nada nuevo en una relación.
José, Ricardo y Carlos decidieron seguir conociendo el pueblo mientras anochecía. Los demás decidieron irse cada quien a su habitación.
Pasaban las 10:00 de la noche, cuando de pronto Analí se dio cuenta de que su pie estaba inflamado, se colocó una toalla con hielo e intentó descansar.
En la habitación siguiente, Martha despertó con un intenso e insoportable dolor de muela.
Llamó a recepción para preguntar si no había un dentista cerca, a esa hora no encontraría un consultorio abierto.
Hugo salió al jardín principal del hotel, estaba entusiasmado ya que reviviría su infancia. Sacó su bolsa de cuetes y comenzó a prenderlos.
Ya estaba a punto de irse a descansar a su cuarto, pero justo cuando prendió uno de los últimos cuetes, unas chispas le rozaron la mejilla.
Corrió hacia la recepción y le ofrecieron el botiquín de primeros auxilios de inmediato, pero este únicamente incluía alcohol, vendas y curitas.
Estaba seguro de que le iba a quedar una cicatriz por no haber tenido el tratamiento adecuado. Además, José, Ricardo y Carlos, cirujanos plásticos al igual que él, seguían en el pueblo.
Martha ya no podía más, así que llamó a la puerta de la habitación de Analí. No respondía pero podía escucharla, se preocupó y fue directo a recepción, en donde se encontró con Hugo y la puso al tanto de lo que le había sucedido en el rostro.
El personal de recepción acudió a la habitación de Analí y al entrar, se percataron de que Analí efectivamente estaba en su cama, pero no podía moverse ya que su pie estaba demasiado inflamado y tenía mucho dolor.
No tenían otra opción mas que regresar de inmediato, al llegar a la Ciudad cada quién tomó su camino y acudieron con su especialista.
Días después, se reunieron en casa de Analí, fue ahí que después de varias tazas de café y galletas, se dieron cuenta que no conocían una Clínica Integral que ofreciera servicios especializados. Fue así que hace cinco años nació la idea de crear de CERF, la primer clínica especializada en:
- Odontología preventiva y Ortodoncia.
- Cirugía Plástica y Reconstructiva.
- Terapia Física y Rehabilitación.
- Ortopedia y Traumatología.
- Psicoterapia.
- Nutrición.
Analí, Martha, Javier, Susana, Carlos, Ernesto, Ricardo, Hugo, Jesús y su novia Tania habían organizado un gran viaje.
Se habían conocido tiempo atrás en una conferencia sobre Micro-empresarios Emprendedores. La idea era visitar Tepoztlán, el pueblo mágico.
Todo iba conforme a lo planeado, llegaron a desayunar al mercado del Centro, y al finalizar el día, se pusieron cómodos en un bello hotel con vista al Tepozteco.
Al día siguiente, muy temprano realizaron una caminata por las hermosas calles empedradas de Tepoztlán, sin embargo, Javier le dijo a Analí que no estaba usando los zapatos adecuados. Unos metros más adelante, eso le provocó un resbalón. Aunque en ese momento no le causó problemas y continuaron caminando.
Hicieron parada en un puesto de deliciosos buñuelos, Susana, la nutrióloga del grupo, les recomendó que en el viaje no abusaran de la comida pesada, ya que eso es muy común cuando se viaja a comunidades con gastronomía tan tradicional, pero Martha no le hizo caso y fue la primera en ordenar, los buñuelos eran sus favoritos. Para su mala suerte, al dar la primer mordida, se le fracturó una amalgama. No lo podía creer, ella era dentista, pero claro que no llevaba su instrumental. Todos rieron por lo sucedido y continuaron su recorrido.
Siguieron admirando los puestos del mercado, Hugo encontró uno muy singular, vendían cuetes llamados “ratoncitos”, los cuales no veía desde su niñez. No iba a dejar pasar la oportunidad y compró una pequeña bolsa para prenderlos al caer la noche.
Ya cuando iban de regreso al hotel, Jesús y Tania, la pareja de psicoterapeutas, comenzaron a discutir por problemas del pasado, algo nada nuevo en una relación.
José, Ricardo y Carlos decidieron seguir conociendo el pueblo mientras anochecía. Los demás decidieron irse cada quien a su habitación.
Pasaban las 10:00 de la noche, cuando de pronto Analí se dio cuenta de que su pie estaba inflamado, se colocó una toalla con hielo e intentó descansar.
En la habitación siguiente, Martha despertó con un intenso e insoportable dolor de muela.
Llamó a recepción para preguntar si no había un dentista cerca, a esa hora no encontraría un consultorio abierto.
Hugo salió al jardín principal del hotel, estaba entusiasmado ya que reviviría su infancia. Sacó su bolsa de cuetes y comenzó a prenderlos.
Ya estaba a punto de irse a descansar a su cuarto, pero justo cuando prendió uno de los últimos cuetes, unas chispas le rozaron la mejilla.
Corrió hacia la recepción y le ofrecieron el botiquín de primeros auxilios de inmediato, pero este únicamente incluía alcohol, vendas y curitas.
Estaba seguro de que le iba a quedar una cicatriz por no haber tenido el tratamiento adecuado. Además, José, Ricardo y Carlos, cirujanos plásticos al igual que él, seguían en el pueblo.
Martha ya no podía más, así que llamó a la puerta de la habitación de Analí. No respondía pero podía escucharla, se preocupó y fue directo a recepción, en donde se encontró con Hugo y la puso al tanto de lo que le había sucedido en el rostro.
El personal de recepción acudió a la habitación de Analí y al entrar, se percataron de que Analí efectivamente estaba en su cama, pero no podía moverse ya que su pie estaba demasiado inflamado y tenía mucho dolor.
No tenían otra opción mas que regresar de inmediato, al llegar a la Ciudad cada quién tomó su camino y acudieron con su especialista.
Días después, se reunieron en casa de Analí, fue ahí que después de varias tazas de café y galletas, se dieron cuenta que no conocían una Clínica Integral que ofreciera servicios especializados. Fue así que hace cinco años nació la idea de crear de CERF, la primer clínica especializada en:
- Odontología preventiva y Ortodoncia.
- Cirugía Plástica y Reconstructiva.
- Terapia Física y Rehabilitación.
- Ortopedia y Traumatología.
- Psicoterapia.
- Nutrición.